martes, 30 de marzo de 2010

Lugares propicios para el amor



Ángel González, Inventarios de lugares propicios al amor

Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno –
en niños, perros y otros animales)
y el “no tocar, peligro de ignominia”
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.




domingo, 28 de marzo de 2010

Miguel Hernández, una antología de recuerdos




Una maestra de izquierdas en un colegio de monjas, allá en los primeros años 70. Casi una casualidad que me tocara ella como profesora de casi todo y, sobre todo, de Lengua. Era joven, tierna, cercana y, aunque no recuerdo su cara, sé que no podía ser sino bella.

¿Cómo habría sido mi vida de no ser por esa coincidencia? ¿Habría conseguido descubrir la poesía? ¿Me habría enamorado de Serrat
igualmente? Recuerdo el silencio en el aula cuando ella (que llevaba el pelo suelto durante dos días y coleta el tercero) posó la aguja sobre el tocadiscos portátil. No sé si fue antes Miguel Hernández o Antonio Machado -¿te acuerdas tú, Juanamary?-, pero sí recuerdo cómo se abrieron las puertas de mi alma apartir de ese momento.

Tan cercano y tierno como la seño, Miguel se convirtió en el compañero de mis soledades y su corazón "en mi alimento".

Su muerte, hace hoy 68 años, fue la consecuencia de una casualidad. No creo que la maestra, que no duró en el colegio más allá de ese curso, se atreviera a contarnos
en clase todos los detalles de esa corta vida. Probablemente, yo los descubriría algún tiempo más tarde. Y ese conocimiento fue como “un hachazo invisible” que todavía siento.

Le detuvieron en Huelva, cuando intentaba cruzar la frontera de Portugal. No fue la guardia civil, sino la policía de Salazar. Y no fue porque le reconocieran como un elemento subversivo, afín a la República, sino porque llevaba puesto su regalo de bodas. Un lujoso (y por tanto sospechoso) reloj de pulsera. Sin atender a razones le mandaron al calabozo ("por si acaso") donde un guardia civil, paisano suyo, lo reconoció. Era Miguel Hernández, poeta en busca y captura.

Y ahí tenemos al destino, una vez más, marcándonos para siempre.


Jesús Arroyo, A Miguel Hernández

Se ha muerto Miguel Hernández
sobre solitaria cama,
cuatro palomas de Alberti
no se equivocan de manta,
se la llevan a los campos
donde pastaron sus cabras.
Se ha muerto Miguel Hernández
sin la mano de su amada,
un veintiocho de marzo
con la primavera entrada.
.
Han silenciado tus versos
con oxidada guadaña,
entre barrotes de hierro
sin un patio de esperanza,
te conmutaron la muerte
para fusilarte el alma.
.
No me llores Josefina,
no malgastes más tus lágrimas,
déjalas para el labriego
que cosechará esta España
arrancando con sus manos
tanto odio, tanta rabia…
.
Te cantarán los poetas
sin levantar una espada,
se callarán asesinos
de paz, libertad y raza.
.
Y cuando todo termine,
amor, te vendrás conmigo,
diciendo en el alma quien…
quién amamantó el olivo.
.
No ha muerto Miguel Hernández
aceituneros altivos,
hijos de luz y de sombra,
campos de los heridos…
desprenderos de las sogas,
enterrad cualquier olvido
y gritad todos a coro
¡el poeta sigue vivo!

No conviene esperar demasiado

Aliss es dulce, alegre e inocente como una niña con la sabiduría de una mujer adulta. Por eso no tiene edad.
Es una musera de la vida. Durante años sobrevivió al aburrimiento jugando con peretes. Pero ahora, le han salido un par de cerdos y se ha puesto a remar antes de esperar demasiado.
Yo sé que esta partida la va a ganar -estoy segura. Se lo deseo de corazón porque ella y su rey se lo merecen.



Lyrics to Don't Wait Too Long :

You can cry a million tears
You can wait a million years
If you think that time will change your ways
Don't wait too long

When your morning turns to night
Who'll be loving you by candlelight
If you think that time will change your ways
Don't wait too long

Maybe I got a lot to learn
Time can slip away
Sometimes you got to lose it all
Before you find your way

Take a chance, play your part
Make romance, it might break your heart.
But if you think that time will change your ways
Don't wait too long

It may rain, it may shine
Love will age like fine red wine
But if you think that time will change your ways
Don't wait too long

Maybe you and I got a lot to learn
Don't waste another day
Maybe you got to lose it all
Before you find your way

Take a chance, play your part
Make romance, it might break your heart
But if you think that time will change your ways
Don't wait too long
Don't wait
Hmm... Don't wait


domingo, 21 de marzo de 2010

Erizos en primavera

Foto: Rose petals, Crystal

En estas noches de marzo
queda prohibido enfermar.
Prometo dedicar un tiempo a explorar,
no conformarme con lo que no va,
separarme de los ladrones de alegría,
y no cargar con las penas de los demás.

A ti te deseo lo mismo.
Feliz primavera.



sábado, 20 de marzo de 2010

¿Qué es poesía?

Foto: Jara en Carcassonne, Erik
A la poesía, Ángel González

Ya se dijeron las cosas más oscuras.
También las más brillantes.
Ya se enlazaron las palabras como
cabellos, seda y oro en una misma trenza
—adorno de tu espalda transparente—.

Ahora,
tan bella como estás,
recién peinada,
quiero tomar de ti lo que más amo.

Quiero tomarte
—aunque soy viejo y pobre—
no el oro ni la seda:
tan sólo el simple, el fresco, el puro
(apasionadamente), el perfumado,
el leve (airadamente), el suave pelo.

Y sacarte a las calles, despeinada,
ondulando en el viento
—libre, suelto, a su aire—
tu cabello sombrío
como una larga y negra carcajada

jueves, 18 de marzo de 2010

Nonchaloir

Cuadro: Nonchaloir (Repose), John Singer Sargent, 1911


Y Dios

"descansó en el día séptimo de toda la labor que hiciera."

(Gen 2, 2-3).


A punto de no poder más (y no tanto por el trabajo, sino por el hartazgo), he llegado -sin ninguna obligación -¡por primera vez en un par de meses!- justo a tiempo de este largo y perezoso fin de semana.

Necesito REdescubrir el placer de no hacer nada, REcrearme con la belleza, REtomar
alguno de mis viejos entretenimientos y, sobre todo, REcuperar la salud mental.

Aquí os dejo con la sobrina de uno de mis pintores favoritos. Quiero imaginar que escucha una de las piezas del compositor que estos días pienso disfrutar, entre página y página de Jane Austen, la autora que es y será mi inspiración por al menos un año.

Espero que gocéis con fruición y logréis también vosotros un justo o inmerecido descanso.

sábado, 13 de marzo de 2010

Soñadores

Cuadro: Joven sodomizada por su propia castidad de Dalí, 1954



"Tu soñar me envolvía, soñado me sentí."
Jorge Guillén
"...quizás el destino radique simplemente en el temperamento, que por medios inescrutables atrae determinados acontecimientos e individuos. Hay personas que (tal vez de una manera inconsciente en la juventud, hasta que se ven obligados a admitir que la culpa es de su carácter) adoptan cierta pasividad ante la vida, se quedan aguardando a que algo llegue a su plato, caiga en su regazo o aparezca ante sus ojos -'¿Qué te pasa? ¿Estás ciego?' - y llegado el momento no intentan pillarlo al vuelo, sino que esperan a que lo que sea se desarrolle y manifieste. Luego la tarea consiste en sacarle el máximo provecho, en hacer lo que se pueda con lo que a uno le ha tocado en suerte."
Doris Lessing, El sueño más dulce

viernes, 12 de marzo de 2010

Me pido cantante de tus sueños

¿Y tú?

La guerra de nuestros antepasados



Al cumplir los 16, mis compañeras de colegio me regalaron una muñeca. Todavía la conservo. Era una muñeca de trapo, de esas que se regalan sólo cuando ya estamos seguras de que no jugamos con muñecas- ni con las de trapo, ni con las "de verdad". La puse por nombre Pacífica Pérez, en honor al protagista de la novela que acababa de leer. Pacífico me enamoró y, al enamorarme de su personaje, quedé prendada para siempre
de él. Es incluso plausible que mi pacifismo tenga su origen ahí.

La Candi, el Bisa, Carmen, Mario, Azarías, Régula, la Desi, el Mochuelo, el Nini, Cipriano y tantos otros, se quedarán para siempre conmigo, aunque el que los soñó se nos haya ido.