lunes, 24 de agosto de 2009

Cocinar o comer


Foto: The Spice Island Inn, eMi

Cocinar puede ser agradable, pero nunca ha constituido un verdadero placer para mí. Es cierto que presenciar el quehacer de la cocina me despierta un irrefrenable deseo de convertirme en una Babette (imaginada por Isak Dinesen –la de Memorias de África), una Vianne Rocher (Juliette Binoche en Chocolat), una Tita De la Garza (de Como agua para chocolate de Laura Esquivel). O, simplemente, en esa heroína de novela que pudo haber sido mi madre. Sin embargo, si me dan a elegir, indudablemente, prefiero ser comensal. Disfrutar de una buena comida es un placer de todos los sentidos que sólo unas pocas experiencias nos pueden ofrecer. Únicamente es preciso tener la precaución de no excederse, con el fin de evitar que ese maravilloso placer se vea arruinado unas horas después.

Esta entrada está dedicada a todas las mujeres y hombres de mi entorno que disfrutan con la buena mesa y, de vez en cuando, tienen a bien compartirla conmigo (una mención especial a los judiones de Concha -"espectaculares"- y a la leche frita elaborada magistralmente por su hija).







Ficha técnica: El festín de Babette (1987), Gabriel Axel


 Ficha técnica: Como agua para chocolate (1992), Alfonso Arau


 Ficha técnica: Chocolat, (2000), Lasse Hallström




12 comentarios:

  1. Madame, cocinar nunca ha sido un placer para mi tampoco. Me parece una tarea detestable y que evito, por mas que los productos de tal actividad puedan ser una buena recompensa. No, no se ha hecho para mi.

    Feliz dia

    Bisous

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  2. He de confesar que la cocina es uno de mis refugios cuando necesito evadirme de los problemas diarios.

    Disfruto cocinando, inventando, siguiendo de lejos una receta donde las cantidades de cada ingrediente, de cada materia, de cada condimento son obviadas de forma intencionada como un texto prohibido.

    Entre mis dos grandes hobbies, fotografía y cocina, dejo apartada la modestia del primero de ellos para llenarme de orgullo cada vez que veo como todos y cada uno de mis comensales salen más que satisfechos con los "manjares" que me llevaron al olvido de mis problemas durante su preparación.

    Un beso muy fuerte y te sigo escuchando muy atentamente.

    Carlos

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  3. Es evidente que ser comensal de una buena mesa es un placer, pero no lo es menos esa misteriosa alquimia de la cocina. Coincido con Carlos en la satisfacción que produce ver el resultado que produce, esa mezcla de ingredientes en proporciones, secretas e irrepetibles.

    Un abrazo

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  4. Madame Minuet, hoy hice unos spaghetti alle Vongole en mi Avelina (mal llamada, Thermomix). No disfruté haciéndolos y nadie me hizo la ola, pero estaban tan buenos... Detestable no es la cocina para mi ahora, pero lo fue cuando el resultado no era el esperado.

    ¿Tiene usted tiempo para cocinar después de historiar?

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  5. Jamás podría seguir de lejos una receta. Siempre tengo que ponerme las gafas. Debe ser eso lo que me resta disfrute porque, por lo demás, me gustan lo olores y, la idea de alimentar a los demás, me alimenta más que la de fregar después. Pero, ¡qué se le va a hacer! Cada cual debe hacer aquello para lo que está más dotado.

    Si la cocina se te da mejor que la fotografía, tus platos deben ser espectaculares ¿no?

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  6. No puede ser Arturo, ¿también la cocina se te da bien?

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  7. Te has excedido con el adjetivo que le pones a la leche frita, pero me encanta que disfrutaras tanto del postre como yo haciéndolo...
    Ya sabes que disfruto muchísimo cocinando, pero también me entusiasma ser comensal y eso será porque me gusta comer.Un gran cocinero como Martín Berasategui dijo que la gente a la que no le gusta comer es más infeliz y estoy completamente de acuerdo: no se trata sólo de alimentarse sino de utilizar la comida -tanto como cocinero como comensal- como un acto de entrega y de celebración del placer y la amistad...
    Lástima que no siempre tengamos tiempo y ganas para hacerlo.
    Me gusta mucho el repertorio de películas "gastronómicas" que has colgado, pero te falta una muy chula: "Deliciosa Marta"
    Ah! Concha te da las gracias por ser tan buena comensal...

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  8. Totalmente de acuerdo, Emi. No consigo tampoco encontrarle la gracia a lo de cocinar, supongo que por falta de interés. Eso sí, admiro a las personas que saben hacer de esta necesidad humana del comer un arte, y disfrutan con la cocina. Soy más bien como tú: lo que me encanta es ejercer de comensal: unos platos deliciosos y bien presentados, un buen vinito y una agradable compañía me convierten en uno de los seres más felices de la tierra.
    Envidio profundamente algo que me temo que no está a mi alcance, como ha sido esa experiencia tuya de saborear los judiones de Concha. Eso sí, de su hija sí doy fe del arte que tiene: mira que habré probado tortillas en mi vida, pero una vez me dio a probar una que ella había preparado y superó todo lo que yo conocía...dices de la leche frita, pero ¿has probado su arroz con leche? ¿y su guacamole? De su laboratorio (que es como ella llama a su cocina) no dejan de salir exquisiteces, porque ella disfruta experimentando, y pone mucho amor en lo que hace (como en tantas otras facetas de su vida).
    ¡Enhorabuena por tu nuevo blog, Emi, y por seguir permitiéndonos disfrutar de todo lo que escuchas atentamente! Fer.

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  9. Me encantan la buena mesa y el buen yantar, pero esa cocinera preparando esos platos con esa sensibilidad y exquisitez, debe ser maravilloso, para luego llevarlos a esa mesa tan bien preparada, tengo que hacer el propósito en el futuro de intentar preparar esas mesas que sé de muy buena tinta que a quien hace este blog le encantan.

    Enhorabuena por esta entrada.

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  10. Martuka, de exceso nada. Como bien apuntan por alguna parte de este lugar, eres una cocinera de categoría A.

    No conozco esa peli, pero intentaré conseguirla.

    Besos a Concha y a Antonio.

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  11. Soy testigo de lo que afirmas.

    Gracias por estar siempre por ahí. Es un auténtico placer leer tus comentarios "enriquecidos" como los platos de mi queridísima Marta.

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  12. Querida Uma, no tienes que hacer ningún esfuerzo. Cocinas tan maravillosamente bien como mi propia madre -y mira que ya es decir mucho. Pero estoy dispuesta a ponerte a prueba siempre que quieras.

    Besazos.

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Cuéntame, te escucho atentamente.