Foto: Tranvía de Lisboa de eMi
Nunca sé despedirme de ti,
siempre me quedo con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia que a veces,
gota a gota, se convierte en desesperación.
Nunca se despedirme de ti,
porque no soy el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto o el que mira los coches,
en dirección contraria,
corriendo a la ciudad en la que acabas de quedarte.
Nunca sé despedirme,
porque soy un ciego que tantea por el túnel de tu mano
y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras que no saben pronunciar.
Extrañado de amor, nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí camino a la nada.