viernes, 7 de enero de 2011

De cómo hacer un té o tomar una decisión

“El té es una obra de arte y necesita una mano maestra para que sus más nobles cualidades brillen en todo su esplendor”.

Kakuzo Okakura

Aprovechando una de las últimas tardes de mis vacaciones, tomo una taza de mi té preferido (Wedding Imperial), mientras me concentro en tomar una aparentemente fácil decisión.

Cerrar o no cerrar mis blogs, he aquí la cuestión. Tomar una decisión así, como hacer un buen té,  puede parecer fácil pues sólo es necesario seguir unas sencillas reglas. Sin embargo, saltarse alguna de ellas puede arruinar todo el proceso o el más exquisito de los sabores.

Para hacer un buen té es necesario utilizar agua mineral o filtrada, siempre fresca. Aunque el microondas sea más rápido y sencillo, es preferible calentar el agua en la pava. Digo calentar, que no hervir, pues, en la mayoría de los tés (no así en las infusiones) el agua no debe hervir. Un detalle importante consiste en escaldar la tetera ( a mí me gustan las de hierro). Para ello se emplea un poco del agua que hemos puesto al fuego -también se puede utilizar una pava eléctrica. Una vez calentada la tetera, pondremos una cucharadita o un saquito de nuestro té favorito en un buen filtro. En caso de querer hacer varias tazas habría que añadir una cucharadita más de té (u otra bolsita) para la tetera. A continuación vertemos el agua caliente y dejamos que las hojas de té desprendan su sabor por un tiempo no superior al minuto y medio con el fin de evitar que el té resulte amargo. Añadir un chorrito de leche, limón (o nada) depende del té y de los gustos.

Tomar una decisión, por baladí que sea, también tiene su ritual. En primer lugar, debe una hacerse una buena taza de té. A continuación buscar un rato de soledad para escuchar lo que la cabeza nos tenga que decir. Y, finalmente, tras considerar diversas opiniones, darle gusto al corazón. La única manera de saber si nos hemos equivocado o no, será paladear su sabor.

8 comentarios:

  1. Emi, amiga: me ha encantado el modo conque describes esa ceremonia, en tu caso, del té. Yo, que trabajé muchos años con empresas japonesas y tuve que ir más de nueve veces a Japón, sólo pude asistir una vez a la ceremonia del té. Es una ceremonia de un simbolismo genial. Deberíamos celebrar nosotros, a nuestra manera, esa ceremonia con los amigos y amigas, dándole más importancia a esa maravillosa infusión y creando un ambiente misterioso y selecto ¿no sería genial?

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  2. Claro que sí, Fernando. Eres realmente afortunado. No todo el mundo puede asistir a una ceremonia del té. A mí me encantaría aunque fuera por aquí.

    Gracias por venir.

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  3. También a mí me gusta tomar un buen té en los momentos complicados, el mismo ritual ya me ayuda a pensar. Por cierto, ¿qué has decidido?, ¿te quedas?
    Hasta la próxima, amiga Emi.

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  4. Definitivamente, sí Mercedes. El placer de postear, aunque sea de tarde en tarde, y todo lo que me aporta la búsqueda de información y la reflexión que conlleva, creo que compensa el tiempo que el ordenador me absorbe. Me gustaría tener más tiempo para visitar con frecuencia mis blogs favoritos y comentar, pero habrá que conformarse con lo que el tiempo da de sí.

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  5. Bueno ya he visto que seguirás con tus blogs de lo que yo me alegro, aunque se que tu tiempo no es mucho pero a mi me faltaría algo abrir el ordenar y saber que no puedo ir a ver que nueva entrada se te ha ocurrido aunque sea de tarde en tarde, por lo tanto te agradezco que continues.

    Por cierto esta entrada es entrañable tanto en la exposición del ritual del té como en las fotografias, son preciosas.

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  6. Ya sabes tú, Uma, que eres una motividación única para que yo lo mantenga.

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  7. Cuando he leido que te planteas la posibilidad de abandonarnos se me cortó la respiración: no puedes dejarnos, aunque a veces te abandonemos en los comentarios es maravilloso saber que abrir uno de tus blogs nos dará la palabra o la música o la pelicula necesaria....andas muy atareada pero esta labor te necesita tanto como nosotros/as.
    Tu escribe y yo pongo el té.

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  8. Eso de dejarlo lo pienso mucho, pero luego, me da penita y aquí sigo. Gracias por tu apoyo, nunca viene mal (y el té tampoco).

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Cuéntame, te escucho atentamente.