¿Quién no comería de esta fruta? ¿Quién no querría tenerla en su cocina para olerla, observarla, o incluso atreverse a preparar una estupenda ensalada con ella? ¿No sería ésta la fruta con la que Eva tentó a Adán? ¿Quién no habría deseado hacer esta foto? ¿Quién no le daría un premio a su autor? ¿Cómo se siente uno cuando, al abrir el periódico, ve una foto suya? ¿Qué se piensa al entrar en un blog y encontrar un homenaje que te describe como una bella persona?
Hace unos días yo también recibí un premio que me colmó de alegría. Nunca antes había recibido un premio- ni siquiera ganado un sorteo-, quizás por eso, éste fue para mi muy especial. Me lo concedía Linda, desde Texas, donde barniza barcos y escribe como una auténtica profesional.
Mis urgencias cotidianas me impidieron cumplir con las normas del premio y sacar tiempo para otorgárselo a otros 5 blogs -de hecho, todavía no he podido acercarme a The Task at Hand para agradecerle a Linda su detalle.
Por si esto fuera poco, anteayer recibí otro regalo. Directamente de su autora, Cristina Catarecha, me llegó otra foto. Otra "pequeña" maravilla, captada con el corazón. Un par de espigas cargadas de rocío (me las reservo para una entrada especial), acompañadas, al día siguiente, de estas preciosas palabras con las que explicaba su regalo:
"Buscando la manera de componer la foto, al acercarme, vi esa gran cantidad de gotas de rocío que habían pasado desapercibidos en un primer momento (mi vista deja mucho que desear). Buscaba una espiga, o dos, que fueran protagonistas de la toma sin que entraran más elementos en la imagen. Mi pensamiento, al ver la formación de la espiga, fue que, lo que aparentemente era un solo elemento (alguien en soledad), en realidad estaba formado y arropado por cientos de gotitas que le conferían una belleza especial. Somos lo que leemos, lo que observamos, lo que percibimos; los afectos de nuestros amigos, de nuestra familia e incluso los de aquellos desconocidos que nos brindan, en un momento dado, una sonrisa, un gesto amable nos rodean y nos acolchan la existencia arropándonos y acompañando nuestros días. Somos las espigas y todo lo demás, que muchas veces ni siquiera vemos, es lo que evita la soledad y da sentido a nuestra vida; son esas pequeñas gotas de rocío. "
Como soy un poco anarca, me salto las reglas del premio de Linda (perdóname, Linda) y le concedo mi premio bloggero a los blogs que me han hecho descubrir este fascinante mundo "irreal" y a todos aquellos que me leen y comentan, en público y en privado, por email y por teléfono, con la sensación de que formamos una comunidad virtual.
Mi agradecimiento ha de ser en primer lugar para Ana, de Diablillos emocionales. Como ya he contado en otras ocasiones, su blog fue un amor a primera vista. Fue, y sigue siendo, mi inspiración. Sus poemas me llegan con tanta fuerza como los del mismísimo Ángel González y son ellos los que me hacen desear algo que nunca me había interesado: escribir para compartir. Además, admiro profundamente a Ana, su sensibilidad carente de afectación o ñoñería En segundo lugar, mi agradecimiento va para Rolex, de Fotos no! por favor. Es la persona que más me ha animado y empujado a mantener este blog -me tira de las orejas cuando tardo mucho en publicar. Llevo la friolera de 32 años admirando sus fotos. La calidad técnica de sus tomas y la originalidad de su mirada combinan a la perfección con la poesía de sus títulos. Tengo claro cuáles son mis otros dos blogs de cabecera. No puedo decir que uno antes que el otro. Cronológicamente, no lo recuerdo, y en mis preferencias no puedo diferenciarlos. Pero, ¡Son tan distintos! Con el de Isago, en Cosas que hacen que la vida valga la pena, me transporto a un mundo mágico, oriental, viajero, mientras que al recorrer los diversos blogs de Arturo, piso en tierra firme. Vuelvo a la realidad, pasada y presente gracias a sus Palabras de arena. Si con Isago puedo revivir viejas películas, Arturo me ayuda a recordar libros y autores leídos en mi más remoto pasado, así como canciones escuchadas en el inicio de los tiempos. Por no hablar de sus fotos, que van cogiendo cuerpo y tienen la garra que puede apreciarse en esa granada.
Desde esas arenas, llegué a Cristina Catarecha y su Occulus Habilis, en donde disfruto de lo que veo tanto como de lo que leo, por no enumerar los detalles que ponen de manifiesto que se trata de una persona con unas cualidades humanas poco frecuentes. Otro descubrimiento, de hace tiempo, es Dorvisou, gallego capaz de sacarme una carcajada o una sonrisa de ternura. Paco Penas, nunca me deja indiferente. Me contagia su amor a la vida. Especial agradecimiento a Giomede y su Hobbyfoto, donde casi es posible percibir el olor de flores increíbles, plasmadas, no sé cómo, en sus fotografías. Por último, y no menos importante, quiero destacar a la brillante y sagaz Vailima, de La Divina Comedia de Vailima, adonde acudo para echarme unas risas gracias a su humor inteligente. Su capacidad de observación y su forma de interpretar el arte atraen a los lectores como la miel a las moscas. Venía cansada, derrotada diría yo, pero, al ver esa granada de Arturo y leer su email comunicándome la hazaña, me he dado cuenta de todo lo acompañada y arropada que puede una estar rodeada de desconocidos.