Besos seudo robados en la barra de una bicicleta pequeña.
Pastillas de leche de burra, anises, sacis y regaliz.
Conferencias con operadora y relojes de cuerda.
Guateques con piscolabis y La Yenka (izquierda, derecha).
Juergas fraternales que acababan en llantinas.
Estremecimientos y piel de gallina por el roce en la mano de una brizna de yerba.
Hojas secas hasta la rodilla en la Virgen del Puerto.
Papel carbón, taquigrafía y máquinas de escribir.
Rampas gigantes y cartones bajo el culo para rodarlas.
Saltos y piruletas a peseta.
Bonis a perra gorda.
Carbón para el fogón y barras de hielo para la nevera de esquinas redondas y cierre con manija.
Telefunken, UHF y tardes de pipas.
Noches de verano con rescates y pañuelos, corros, látigos y escondites.
No-Dos y olor a cine.
Colchones de lana y calienta camas.
Palomas blancas de las aguas espumeantes perseguidas por cowboys.
Milagros y sus recortables.
Bordados y guantes de lana en la sillas de enea del patio de la abuela.
Fin de curso y sesión de cine familiar.
Huevos de verdad envueltos en papel de periódico y transportados en cajas de zapatos.
Cigarrillos robados y fumados a escondidas.
Estepona, cine de verano, salamanquesas y picaduras.
Galletas María untadas de mantequillas de tres colores o Nocilla.
Inevitables migas en la cama.
Medias recosidas.
Politus y limpiezas de fin de semana.
Árboles espaciales y refugios nucleares en el pinar.
Pises de miedo y pises de risas.
Llantos a coro con Heidi y La Casa de la Pradera.
El TBO y El Capitán Tan, Locomotoro y Valentina.
Daniel Boom, La Embrujada o Mi Bella Genio, La familia Monster. Verano Azul.
Reina por un día y Un millón para el mejor.
Siestas en la cama de la abuela que no eran siestas ni ná,
Cine de sábado tarde y sesión continua.
Batas de guata y zapatillas.
Rulos, togas, olor a Taki y pintauñas.
Sábados de churros, diario Pueblo y broncas por la peluquería.
Olor a comino al abrir el 4º derecha.
Anís El Mono y Quina Santa Catalina.
La calle Peligros.
Los libros en el brazo y la Mobilet a la salida del cole o haciendo pellas.
Café Comercial y horas y horas de Comecocos.
Mamá y su Chanel nº 5, cuentos en la cama y olor a limpio.
Autobuses azules con vendedor.
Saldos Arias y Galerías Preciados.
Tardes de Oportunidades y tortitas con nata.
O café con leche y napolitana en La Mallorquina.
El mar por primera vez, Gandía y el Hotel Bailén.
Mallorca y un amor danés.
Estudiante de medicina y enamoramientos de a tres.
...
Tantas y tantas cosas
que fueron a parar a mi baúl de recuerdos.
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NO veo la imágen que esta justo debajo del reproductor de Goear, os pasa lo mismo a vosotros? puede que sea un problema mío?
ResponderEliminarOs acordáis de Herta Frankell y su perrita Marilyn?, de la casa del Reloj, de los Chiripitiflaúticos, jopéeeeeeee qué viejitos somo ya!
Un beso con sabor añejo Emi,
ana
Algo me suena, con todo el sentido musical de la palabra. No tengo baúl, soy como Pulgarcito, he ido soltando miguitas de recuerdo por todos los caminos que he andado. En ocasiones me han venido muy bien para desandar alguno de ellos de los que no fui capaz de encontrar la salida o ya estaban cerradas cuando llegué yo. Con tanto ir y venir no me ha cundido mucho, si llevase un baúl menos aún habría sido. Así que ahora casi que tengo que correr! Pero bueno, me mantengo en forma de esta manera.
ResponderEliminarHas dado un repaso a tú vida a nuestras vidas en unas cuantas líneas, has mencionado lo más bonito con eso te has quedado, aunque en tú baúl hay mas cosas, realmente has destacado las más entrañables, de repente hasta a mí me ha entrado una pizca de morriña. BIEN HECHO eMi!!
ResponderEliminarFabulosa memoria y hermosa descripción de nuestro pasado. La repasaré despacito para disfrutarla de nuevo.
ResponderEliminarVaya, había cosas que ya creía que se encontraban en la papelera de reciclaje o eliminadas. Tal vez la memoria es demasiado persistente y podríamos caer en el error de idealizar el pasado, y no ser felices en el presente nada más que con los recuerdos. Mientras que estén allí, en el pasado, mientras que sean recuerdos nostálgicos que nos hagan deleitarnos con lo que fue, que allí queden. Que nos ayuden a no cometer los mismos errores, a comprender mejor nuestras vidas, de referentes para interpretar mejor el presente y el futuro. Si no hubiese pasado, no habría forma de comprender lo que nos sucede hoy en día. Que queden allí. Que pueda acudir a ellos de vez en cuando si necesito consuelo.
ResponderEliminarPero,...quiero mirar al futuro, abrir caminos nuevos, explorar, hacer nuevas preguntas, renovarme continuamente...
Besos Emi
¡Wow, Ana! ¡Se me olvidaban la caniche Marilyn y La Casa del Reloj! Los Chiripitifláuticos no se me pueden olvidar. Eso ni con Alzheimer.
ResponderEliminarPues si que estamos un poco mayores, pero bien ¿no?.lol.
El problema con la imagen solucionado. Las prisas...
Rolex, pero el baúl de los recuerdos ¡no es para estar llevándolo y trayéndolo! Se deja en el desván y, de vez en cuando - mejor de tarde en tarde- se abre. Entonces, cuidadosamente, se soplan para desempolvar las cosas que disfrutamos o nos hicieron felices. Me gusta releer viejas cartas, ver las fotos de antaño y recordar lo que un día vi, viví y hasta lloré. La nostalgia, la melancolía son emociones que no me incomodan, al contrario. Además, ¿Quién sería yo si no recordara lo que fui y me formó? Estoy tan agradecida a la vida por haber vivido una infancia y una adolescencia tan desenfadada y dichosa que no me gustaría olvidar nada. Y también me gusta compartir algo de ese pasado. Por ejemplo, mi hija tiene ahora, encima de su cama, una deliciosa foto -en blanco y negro, con mucho ruído, que se dice ahora, de grano grueso decíamos antes- de mí a los 18.
ResponderEliminarSin duda, habría sido pecado deshacerse de algunas cosas.
Maripili, pues no creas que he hecho una criba. Ha salido así. Ya sabes, mi sentido de supervivencia. También recuerdo cosas desagradables, claro que sí, pero hago con ellas lo que con los objetos que no sirven, son feos o carecen de valor sentimental, me libro de ellas, las borro. Las considero bulto innecesario. Una no puede guardarlo todo ¿no te parece? Si no, no tendríamos espacio para lo que un día será recuerdo.
ResponderEliminarArturo, pues es cierto. Creo que tengo una memoria poderosa -no tanto como portentosa- para recordar cosas que otros no recuerdan con tanta facilidad. ¡Hay escenas que, a veces, hasta dudo de si no las habrá inventado mi imaginación¡ Incluso recuerdo algunas cosas que mi madre dice que es imposible que recuerde. Por ejemplo, la cocina de carbón de mi casa. Esa cocina se cambió cuando yo tenía dos años y, por supuesto, no existe ninguna foto de ella, pero la visualizo. Sin embargo, lo más reciente me falla (¡¿signo de Alzheimer?!), son agujeros negros en mi cerebro que me ponen realmente nerviosa.
ResponderEliminarGracias por la presentación que me has enviado. Me ha recordado muchas otras cosas que andaban por ahí en el limbo.
Isago, quedar colgados del pasado es realmente un grave errror. Tampoco soy partidaria de vivir a expensas de lo que ha de llegar. Las expectativas suelen fallar. Como ya te he comentado en alguna ocasión, lo que vengo aprendiendo los últimos años es a tratar de vivir el día a día lo más plenamente posible, lo cual no siempre significa lo más felizmente posible. Renovarse es algo que surge por sí solo. Estamos en continuo crecimiento, continua transformación.
ResponderEliminarUn beso.
¿Y la lima? ¿y tus clases en los baldosines del baño? ¿y tú yo soy la maestra y tu aprendes y luego yo me dejo peinarme? ¿y los sobornos por mis miedos? YO COMO ROLEX NO TENGO BAUL PERO TÚ ERAS PARTE IMPORTANTE DE LO QUE HAY. Y entre mis recuerdos mas claros tu perseverancia.
ResponderEliminar¡Ah! La lima. Es verdad. Tantas y tantas cosas... También la gaseosa. No renuncio al borrador ni al baúl. Y mucho menos a vivir con intensidad el presente sin esperar a mañana para ser todo lo que puedo ser.
ResponderEliminarBesos, wapa.
Qué inspiradora, la poesía de tu vida, la mirada enamorada contemplando la película de tu vida y la sonrisa de tu-s foto-s. Tú sí que sabes de qé va eso de la "cocina mágica" de la que habla Miguel Ruiz. Ya nos contarás algún día cómo alimentas el fuego y el tipo de fuelles que utilizas cuando mengua... Un abrazote.
ResponderEliminarjajaja, Marié. Qué buena pregunta, ¿Cómo alimento el fuego y qué tipo de fuelle uso? Creo que tengo para más de un mes de reflexiones. Lo pensaré, me interesa averiguarlo.
ResponderEliminarQue bonita descripción!. Tu baúl me ha trasladado al mío y también he abierto su tapa. Mil recuerdos han ido asomando, con sus olores, con sus sentimientos recordados. Las preguntas, los juegos, los miedos, las risas, los llantos...toda esa mezcolanza se ha trasladado desde tu baúl a mi presente a través del pasillo de mi vida.
ResponderEliminarGracias, Emi.
Un beso.
Gracias a ti, Cristina, por tu receptividad y tu comentario.
ResponderEliminarLo más probable es que nuestros baúles sean de la misma marca porque, antes de entrar en Europa, la variedad de artículos era muy limitada. De ahí tantos recuerdos comunes, jajaja.
Un besazo.
Realmente esa Escuela virtual era tal cual, no le falta detalle, claro que la recordamos los que pasamos de los 50.
ResponderEliminarGracias Emi. Besos