domingo, 23 de octubre de 2011

La Mujer Justa


Foto: Eres aquel que vuelve de Saúl Landell 

Éxodo de José Emilio Pacheco

En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
y recibe la noche.

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Después de todo este tiempo sin pisar por aquí, regreso tras un largo viaje y, antes de encender si quiera las luces, quiero agradecer vuestra lealtad a los vecinos que velasteis por la seguridad de esta casa y regasteis sus plantas.

Para los amigos que me acompañasteis en el viaje, no tengo palabras. Sólo puedo aseguraros que, sin vosotr@s, no habría sido capaz de volver. Habéis sido la linterna que ha alumbrado mi camino. Y eso requiere algo más que el mero agradecimiento.

Uno de los libros que me han acompañado durante este trayecto ha sido "La Mujer Justa", de Sándor Márai, libro que se ha convertido en mi compendio de sabiduría personal. De él extraigo varias citas, resumen de esta experiencia.

'Entonces sentí que me estaba sucediendo algo, ... una voz fuerte y clara, tan clara como el sentimiento más vivo, me dijo que no podía seguir viviendo así porque no tenía ningún sentido, era una situación humillante, cruel e inhumana. Debía cambiar las cosas, obrar un milagro. Hay instantes en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energías y posibilidades escondidas, y comprendes por qué has sido tan cobarde o tan débil. Esos momentos constituyen puntos de inflexión en la vida. Llegan sin avisar, como la muerte o la conversión (...). 


Sí, en aquellos días fue cuando de verdad aprendí a creer. Ya sabes, como les sucede a los hombres de poca fe durante una tempestad en el mar... Fue entonces cuando descubrí que tras el aparente caos del mundo se escondía un orden interno lógico y maravilloso, como en la música. La situación, en definitiva, nuestro destino, de pronto había madurado. Y todo lo que había en su interior se derramó de improviso y se mostró en su plenitud, como una planta tropical de frutos venenosos que florece al madurar su empalagosa y malsana belleza. Yo era una mera espectadora de lo que ocurría.'

También me di cuenta de que " .. vivía en la otra orilla de la vida, hacía mi trabajo, esperaba y envejecía." Y eso no era suficiente.

Comprendí que 'no se puede amar con segundas intenciones.' (...) 'Sentí que había llegado el momento en que ya no tiene sentido seguir esforzándose y hay que decir la verdad. Estuve fuera de mí. Pero logré seguir arrastrándome con una energía delirante, que rayaba en la locura. No quería derrumbarme.' 


(...) 'El estado de relativa felicidad en que había vivido y sufrido los últimos años, devorada por la angustia, porque esa felicidad falsa me resultaba insoportable, se había evaporado, y de pronto comprendí que era lo máximo que iba a ofrecerme la vida.' 


'Cuando, por primera vez, comprendes de verdad lo que es el destino, adquieres una especie de serenidad, te sientes aliviado y terriblemente solo en el mundo.


'Entendí que es necesario amar con humildad porque ... 'el amor puede transformarse en un gran egoísmo. (...) quien ama sin humildad pone una gran carga sobre los hombros del otro.'

Hice lo que me correspondía: 'Era una mujer y estaba viviendo el momento más importante de su vida. Lo vivía en cuerpo y alma, con todo su ser y su destino.'

5 comentarios:

  1. Yo, que vivo en la otra orilla de la vida, veo tu transformación y me sirve de guia y faro, tambien lo es para mi la mujer justa que nos gustaria ser ...pero antes que nada, ser la mujer valiente y maravillosa que eres tú. Te quiero y te admiro y sé el esfuerzo (de tiempo y energía) que supone para tí estar por estos lares, pero con el alma agradecida te seguimos esperando para regalarnos tanta sabiduria. Un beso.

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  2. No estoy del todo seguro de que se esté mejor aquí --en internet, los blogs y demás-- que fuera. Pero ya que has vuelto, bienvenida de vuelta aquí.

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  3. Mereció la pena esperar, como siempre.

    Maravillosa entrada.

    Gracias.

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  4. No soy anónimo soy Uma, pero no se que pasa.

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  5. No puedo decir más que: me alegra infinito que hayas vuelto!!!!

    Sigue derramando tu sensibilidad por estos lares y sigue enriqueciéndonos con tu sabiduría...

    Oh! Baby I love you so...

    Martuka

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Cuéntame, te escucho atentamente.