domingo, 4 de noviembre de 2012

Sábado sabadete

Foto: Amanitas muscarias de Amaya Quirós (la abeja reina)


A veces el cuerpo nos da la señal. Nos dice que ya es hora de iniciar la reconciliación con el pasado si queremos que algo cambie en el futuro. Nos recuerda que el presente se va, se lo lleva el tiempo -en patines y cuesta abajo, en palabras de Bebe.

Por desgracia, he comprobado -ya más de unas cuantas veces- cómo, cuando no me detengo a disfrutar y reponer el sueño y las energías derrochadas, son los malestares, las enfermedades, (afortunadamente, hasta ahora sin importancia) las que me detienen.

Esos cinco minutos "nada más", que son de más, consumidos en cada tarea por el hecho frecuente de no estar plenamente en el presente, unidos a esa exigencia estéril de perfección en casi todo lo que emprendo, acaban fundiéndose en varias horas a la semana que se acumulan como las cantidades pequeñas en el ticket del súper. Una semana con otra, se convierten en una losa que se me cae encima cuando menos lo necesito, obligándome así a hacer lo que no hice: Parar para repostar.

Por algo los sábados y los domingos son santos  para según que creyentes. Para mí, que soy una irreductible incrédula, ambos días son divinos porque me proporcionan el tiempo "sabático" para renovarme por dentro y por fuera, para regocijarme y reconciliarme con la rutina diaria. Son los momentos en los que mi alma baila un tango con mi cuerpo dejando de serme una total desconocida.

Sí, lo tengo probado, cuando consigo entrar en una burbuja no estallada de tiempo, de repente, mi vida suena, se palpa y huele distinta y la vida comienza, mágicamente, a coserse sola y es entonces cuando... las oportunidades y coincidencias afloran como las setas después de la lluvia.


5 comentarios:

  1. Con este post inicio un nuevo hilo con el título de "entre nous", reflexiones domingueras a partir de las lecturas diarias, regalo del transporte público madrileño. Y es que, como dice Jara parafraseando algo que leyó, toda pérdida trae consigo una ganancia. Gracias por estar ahí, escuchándome.

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  2. Joer muchacha, parar para repostar, pues mira necesitaba oírlo ahora mismo, lo digo en serio me hacía mucha falta.

    Por circunstancias personales llevo casi dos años en un corre corre y no solo físico sino sobre todo emocional, tanto que hace pocos días, y por única vez en muchos muchos años, he tenido que recurrir a los antibióticos, el cuerpo, mi cuerpo, en su sabiduría férrea metió el freno sí o sí

    Y este finde entre hayas, en hayedos plagados de una paleta de colores que no te puedo describir de ninguna manera, la naturaleza gritando un comienzo del reposo para muchas de sus criaturas

    Aun estoy vibrando con las sensaciones, por cierto aun sé muy poco pero me encanta el tango bailado a la argentina (también lo bailo europeo o "standard", pero no es lo mismo, qué va)

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    1. Tu descripción de lo indescriptible me ha abierto las ganas de darme un buen paseo por un de esos hayedos, el de Montejo, que es el que tengo más cerca, es prácticamente inaccesible si no se pide permisos con meses de antelación. Además, lo ideal es darse el paseo a tu aire, sin guías ni pelotones de gente que te acompañen.

      El tango me gusta especialmente. Me encantaría bailarlo, de hecho, estaba pensando en apuntarme a clases de baile. No encuentro una actividad más divertida ... después del mus, claro. Lo malo es que soy sorda de un pie (como diría Fito).

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  3. Me encantan tus reflexiones, tanto si son dominicales, sabáticas, matutinas o vespertinas... tanto da.

    Enhorabuena por esta nueva etiqueta, queridísima amiga.

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Cuéntame, te escucho atentamente.