Sueños y expectativas son dos cosas bien distintas. Los sueños son la antesala de la creación y, según José Antonio Marina, “crear es, simplemente, hacer que algo valioso que no existía exista.” Perseguir apasionadamente los sueños hace que el alma se eleve. En cambio,“las expectativas que miden el éxito de los sueños, lo único que hacen es atar grandes piedras en torno a esa misma alma”.
Soñar no es desde luego suficiente. Tenemos que actuar. La acción es la ambición en movimiento. Bernard Shaw aseguraba que“las personas que consiguen lo que quieren en la vida, se afanan en buscar las circunstancias idóneas. Y si no las encuentras las fabrican”. La ambición es pues lo que nos conduce al éxito.
Sin embargo, los sueños pueden ser como las burbujas de jabón -el pesimista de Schopenhauer nos lo advertía. A veces“soplamos hasta hacer una pompa lo más grande posible, aunque sabemos muy bien que estallará”.Goethe, en cambio, nos animaba a empezar lo que podemos o soñemos que podemos hacer porque “en la audacia hay genio, poder y magia” Y... ¿Qué pasa si fracasamos? Entonces la receta nos la ofrece Samuel Beckett: inténtalo otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.
Alguno puede pensar que carece de Sueño. Se equivoca. “Existe un Sueño estrictamente personal para cada uno de nosotros a la espera de ser descubierto”. Es verdad que existen obstáculos que malversan nuestros sueños. Para J. A. Marina, esos obstáculos pueden concretarse en cinco: miseria, miedo, dogmatismo, odio al vecino e ignorancia. El mejor antídoto es reservarnos algo de tiempo para nosotros mismos. Tiempo para soñar. Poner nuestro corazón y perseverar en el intento es absolutamente imprescindible.
Tras la selección del sueño, ya sea individual o colectivo, hay que inevitablemente encontrar la financiación. Hay que pagar por él. Lo que recibimos después es proporcional a lo que invertimos. Y, por desgracia, siempre hay que pagar, además, los intereses, es decir, todo aquello a lo que renunciamos.
Dejar de soñar debería estar prohibido dijo alguien. Pero, aunque son imprescindibles para cambiar el mundo, los sueños no son fáciles de conservar. Hay que crear un espacio reservado en el corazón para colocarlos y echarles un vistazo de vez en cuando.
Sarah Ban Breathnach, una escritora americana, rescatadora de la belleza que reside en la vida cotidiana, asegura, que existe una fuente de amor, un sembrador de sueños que está ahí esperando a que le pidamos que contribuya a hacer nuestros sueños realidad y añade:“Si apreciamos nuestro sueño e invertimos amor, energía creativa, perseverancia y pasión, alcanzaremos sin duda el éxito auténtico”.
Sueños de un hombre despierto de Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
Casandra (1) vio en sueños el futuro.
En la sombra de una pesadilla Casandra leyó
los versos de ese poema que aún no han escrito
los dioses que, riendo, la hirieron con su maldición.
Supo del hambre y de las guerras de siempre,
de bufones celebrando el odio, bailando entre hogueras,
de despedidas y de monstruos minerales
bebiendo insaciables la savia dulce del planeta.
Casandra vio a hombres y mujeres
dormitando en sus burbujas
tras las máscaras del miedo.
Mas también vio la luz del alba
asomar por la cancela que nadie jamás abrió.
Supo que aún quedaban esperanzas,
que otros sueños la esperaban.
Casandra habló a todos de sus sueños
mas nadie la oyó.
Nadie creyó en Casandra y sus visiones
y la gente sólo vio en su augurio delirio y locura.
La condenaron a vagar perdida y sola.
Herejía es mostrar la verdad descarnada y desnuda.
Abandonada, tras los años la encontró
un muchacho que andaba buscando esperanza y respuestas.
Casandra habló con pasión de sus presagios
y de la luz del amanecer brillando tras la puerta.
- Creo en ti Casandra. No estás loca.
Se besaron y en su boca florecieron madreselvas.
-Dulce Casandra, ponte de pie.
-Yo te he conocido antes. Quizá te soñé.
Hay quien duda ya y cree en la leyenda.
Juntos buscarán la puerta.
Dulce mañana.
Yo, no sé tú...
creo en Casandra.
Hay quien duda ya y cree en la leyenda.
Juntos buscarán la puerta.
Dulce mañana.
Yo, no sé tú... creo en Casandra.
1.- Casandra: Hermosa sacerdotisa de Apolo. El dios, enamorado de la joven, le prometió el don de la profecía si aceptaba entregarse a él. Ella aceptó, pero una vez iniciada en las artes de la adivinación, se negó a cumplir su parte del trato. Apolo, airado, le retiró entonces el don de la persuasión: aunque ella dijera la verdad, nadie la creería. Casandra nunca sería creída en sus pronósticos. Y, así, anunció repetidamente la caída de Troya pero nadie le prestó atención.
Pufff! Me quedo con Sarah, menos mal que al final apareció ella, me estaba hundiendo!
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