"Aunque la ciudad parezca dormida siempre hay algún insomne que te descubrirá."
La noche, Felipe Benítez de Escaparate de Venenos
Todos hemos llegado, a esta hora,
al final indistinto de otro día.
Igual que las columnas de los templos turísticos,
igual que las antenas
que cubren la ciudad, permanecemos
de frente ante la noche,
fatigados de luz y de trabajo.
Alguno se dispone a la lectura
de una nueva novela o de unos versos
de geométricas metáforas
y algún otro recorre el laberinto
de intriga y de ambición que es nuestra Historia
en alguna costosa enciclopedia
ilustrada con gráficos y fotos
de holocaustos modernos.
En la penumbra tersa y repentina,
habrá quien se apresure a celebrar
el espejismo frágil de otro cuerpo
conmovido y hierático,
desnudo como el agua,
que el tiempo arañará con garra firme.
Alguien escribirá una carta inútil,
traicionada sin duda
por esos enemigos poderosos
de la expresividad: los adjetivos
que intentan transmitir la esencia íntegra
del dolor verdadero.
Alguno invocará su paz con ansiolíticos
y algún otro será
el solitario alquimista del sexo de los ángeles
en la galaxia virtual de las cabinas porno,
absorto y sorprendido como un niño.
Alguien colocará explosivos redentores
en nombre de una raza y su bandera
y algún otro abrirá la puerta helada
del infierno acordado con él mismo.
En esquemáticos apartamentos de alquiler,
hay quien hace reír y quien llorar
a seres temerosos que miran las estrellas
o las luces en línea de aeropuertos lejanos.
Alguno sueña ya con los piratas
heroicos y feroces de una infancia inmortal
y muchos tejerán las pesadillas
barrocas que conciben los adultos
con visionarios fallos de guión.
Todos hemos llegado al final de otro día.
Y cada cual se dispone a proseguir
su más secreto rumbo
por el túnel salvaje de la noche.
Todos hemos llegado, a esta hora,
al final indistinto de otro día.
Igual que las columnas de los templos turísticos,
igual que las antenas
que cubren la ciudad, permanecemos
de frente ante la noche,
fatigados de luz y de trabajo.
Alguno se dispone a la lectura
de una nueva novela o de unos versos
de geométricas metáforas
y algún otro recorre el laberinto
de intriga y de ambición que es nuestra Historia
en alguna costosa enciclopedia
ilustrada con gráficos y fotos
de holocaustos modernos.
En la penumbra tersa y repentina,
habrá quien se apresure a celebrar
el espejismo frágil de otro cuerpo
conmovido y hierático,
desnudo como el agua,
que el tiempo arañará con garra firme.
Alguien escribirá una carta inútil,
traicionada sin duda
por esos enemigos poderosos
de la expresividad: los adjetivos
que intentan transmitir la esencia íntegra
del dolor verdadero.
Alguno invocará su paz con ansiolíticos
y algún otro será
el solitario alquimista del sexo de los ángeles
en la galaxia virtual de las cabinas porno,
absorto y sorprendido como un niño.
Alguien colocará explosivos redentores
en nombre de una raza y su bandera
y algún otro abrirá la puerta helada
del infierno acordado con él mismo.
En esquemáticos apartamentos de alquiler,
hay quien hace reír y quien llorar
a seres temerosos que miran las estrellas
o las luces en línea de aeropuertos lejanos.
Alguno sueña ya con los piratas
heroicos y feroces de una infancia inmortal
y muchos tejerán las pesadillas
barrocas que conciben los adultos
con visionarios fallos de guión.
Todos hemos llegado al final de otro día.
Y cada cual se dispone a proseguir
su más secreto rumbo
por el túnel salvaje de la noche.
Como mi noche, tal vez
ResponderEliminarcomo tu noche, aquí estoy
enredado en la vorágine de las palabras,
agotado, pero intentando alargar los minutos
con la esperanza vana
de que no llegue el día…y el ruido
de los pensamientos.
Besos Emi..
Pues sí, alargando el día, Isago. Tratando de apurar hasta el último sorbito a costa de nuestros ojos y cervicales.
ResponderEliminarTe deseo una larga y silenciosa noche.
Cojo el relevo y desde las cinco, mal llamadas de la mañana, sujeto desde el teclado la noche para hacerla más larga. Es una batalla perdida de antemano, cómo tantas otras. Pero la única lucha que se pierde es la que se abandona.
ResponderEliminarSigo descubriendo cosas.
La foto de Rolo, sencillamente espectacular.
ResponderEliminar¿Qué tiene la noche, que uno no quiere adentrarse en el sueño si no es por cansancio o por agotamiento de energías,
ResponderEliminarQué alma de gato me persigue también a mí que no quiero soltar la cuerda que me ata a sus horas de desvelo y
qué tinte la da color, la da de especial valor?
Por la noche todo se ve distinto, se siente distinto, se dice distinto, se saborea de otra manera? ¿Qué tiene de sabor añadido una luna llena?
Un beso Emi, precioso el poema.
ana
Arturo, robar tiempo al tiempo es todo un arte que no termino de aprender. El precio que tenemos que pagar es tan elevado que estoy empezando a pensar que no compensa.
ResponderEliminarLo ideal, para mi, sería tener suficiente con 5 horas de sueño, pero necesito 8, así que las cuentas no me salen. Y, la verdad, siento una fuerte tentación de abandonar esta batalla y rendirme a la blandura de la almohada.
Ana, la noche tiene un atractivo singular, pero me pasa con las partes del día como con las estaciones del año: Todas me gustan. Las primeras horas de la noche las asocio al otoño. Un otoño en el campo y con lluvia es tan perfecto como una noche de luna llena.
ResponderEliminarTengo un amigo que es simple, elemetal y básico. Tambien se conforma con dormir 4 o 5 horas. Le pregunté sobre éste tema y me dijo: "Para mi la noche es la hora del día en que las probabilidades de que venga alguien a tocarte las pelotas son más bajas, casi nulas".
ResponderEliminarEs un poco mal hablado ("gráfico" dice él), ya está mayor, no he querido cambiar ninguna palabra de lo que me dijo...
Pues tu amigo es afortunado, no porque sepa evitar que le toquen las pelotas, que también, sino, sobre todo, por poder sobrevivir con tan pocas horas de sueño. Yo preferiría eso a que me tocara la lotería.
ResponderEliminarDuerme muy poco, se morirá despierto casi seguro!
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