Foto: El muro de Berlín en 1989, eMi
Foto: El muro de Berlín en diciembre de 1989, eMi
Foto: Metro en el Berlín oriental, eMi
Foto: El muro de Berlín en diciembre de 1989, eMi
Foto: Metro en el Berlín oriental, eMi
Una experiencia única. Un viaje que nada tuvo que ver con lo turístico. Un contacto con la realidad que acabó con la utopía. Un sueño del que despertamos para vernos de lleno en la tristeza del blanco o negro. Fin de una etapa. Comienzo de la edad madura.
No, no es que el lugar tuviera magia. Mágicos fueron los días que nos permitieron vivir en primera persona un proceso histórico que afectaría más o menos directamente a nuestras vidas. Fue todo un privilegio conocer un mundo que iniciaba su desaparición para siempre. Un mundo derribado como el propio Muro. Atravesar el checkpoint Charlie, verse abrazado por desconocidos por la mera alegría de tener contacto con alguien del otro lado, viajar en metros absolutamente limpios de publicidad, pasear por plazas sin ceniceros ni colillas, volar en aviones con rotos cinturones de seguridad, emborracharse para no ser groseros con la hospitalidad (imposible rechazar los chupitos o no corresponder con más), disfrutar de "La flauta mágica" por el módico precio de 10 pesetas, viajar en tranvía por 20 céntimos, son algunos ejemplos de la mágia que vivimos unos días después de que los berlineses empezaran a picar el Muro (yo conservo mi trocito).
Yo tuve la oportunidad de visitar Berlín Oriental antes de la caída del muro. Sentí una profunda depresión al ver el nivel de vida y, sobre todo, el silencio que encontré en sus calles. Claro que se habían quedado con los edificios e iglesias más bellos de la ciudad. Cuando cayó el muro decidí volver a visitar los mismos sitios, pero todavía no he tenido la ocasión ni el dinero para volver.
ResponderEliminarHe oído decir por ahí que todo el mundo recuerda qué hacía en ese momento, la noche de la caída del muro de Berlín.
ResponderEliminarYo no estaba allí. Estaba en Los Ángeles, California, donde me había ido a vivir hacía un par de meses.
Recuerdo un poco de frustración al sentir que me había equivocado, que no estaba donde debía estar en esos momentos. Mi mente de periodista me decía que debía estar presenciando la historia, como testigo directo, en otro lugar.
Había volado un buen montón de millas en la dirección equivocada.
Recuerdo la frustración de sentir que me había equivocado.
Así que me limité a seguir la historia a través de las noticias
-y a disfrutar de mi aventura personal en otro país.
Afortunadamente, como Fernando, yo también había tenido la oportunidad de visitar Berlín este y oeste anteriormente y, de alguna manera, podía sentirme un poco allí a través de las imágenes en las noticias.
También recuerdo sentir un poco de pena al pensar que los países comunistas que yo había visitado antes (y en especial las mujeres, todas esas mujeres fuertes que conocí en la calle, bien preparadas y con poder) iban a sufrir un poco en el cambio. Y creo que así fue.
Fernando, es cierto que las calles eran tristes, nada de luces de neón ni grandes vallas publicitarias. Además, me llamó la atención el grado de polución de algunas de las ciudades como Weimar. También es verdad que los más bellos edificios de Berlín, situados en el barrio de Mitte, con la elegante arquitectura de Schinkel, quedaron de ese lado en el reparto en porciones de la ciudad que hicieron las grandes potencias después de la IIGM. Pero, lo que más me impresionó, fue el carácter "mediterráneo" de la gente de la RDA (muy distintos de los alemanes del "otro lado", cercanos, campechanos y tremendamente cultos. Pude volver a visitar Berlín y algunas otras ciudades de la antigua RDA hace 5 años, cuando se celebraba el 15ª aniversario de la caída del muro, y seguí observando la misma diferencia en la gente, solo que las calles, con la misma sombra de tristeza, tenían las luces de la publicidad.
ResponderEliminarYo creo, Marié, que no sólo sufrieron las mujeres. Y no sólo lo creo sino que, quizás por pura casualidad, la gente con la que he tenido la oportunidad de hablar me lo ha confirmado siempre. Evidentemente, en el año 89, la necesidad de libertad en primer lugar, y la atracción fatal del cosumismo en segundo, suponían un tirón muy fuerte al que pocos se atrevieron a resistir, pero la unificación de las dos Alemanias no fue, ni mucho menos, deseada por todos.
ResponderEliminarPor supuesto, Emi, no sólo sufrieron las mujeres. Y no todo el mundo sufrió, hubo quienes aprovecharon la coyuntura y sus oportunidades para enriquecerse de una forma desproporcionada. Pero digo "especialmente".
ResponderEliminarUna mujer rusa que había sido directiva de una importante empresa me contaba cómo, al principio del cambio, cuando algún directivo occidental se ponía en contacto con la compañía y la pasaban con ella le pedía "que le pusiera con el jefe".
Muchas mujeres profesionales en cargos directivos y de poder, trabajadoras especializadas o de cualquier tipo tuvieron que dejar sus trabajos cuando el estado dejó de ofrecer escuelas, guarderías, residencias para mayores y centros de salud públicos. ¿Quiénes pasaron a hacerse cargo de toda esa población de personas que necesitaban ayudas y cuidados? Una vez más, las mujeres.
Y toda su formación profesional ya les sirvió para poco.
Dejaron gran parte de su función profesional y social para pasar al ámbito familiar y servicios no remunerados.
Pasaron a ser dependientes económicamentes en un momento económicamente difícil.
Lo cual es muy duro para quienes han estudiado, trabajado y compartido el poder (público y cotidiano) en igualdad de condiciones.
Marié, me expresado mal porque en ningún momento pretendía contradecir tu apreciación. Al contrario, pretendía ahondar en el hecho de lo amplio que a mi me pareció el desencanto, especialmente por la unificación de las dos Alemanias, 15 años después, corroborado por varios testimonios similares que he escuchado o me han contado.
ResponderEliminar... ...traigo
ResponderEliminarsangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazon
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
TE SIGO TU BLOG
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesia ...
AFECTUOSAMENTE
ESCUCHO ATENTAMENTE
jose
ramon...
Gracias José Ramón. Precioso comentario.
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