Foto: Ser inmortal... y después morir de Saul Landell
De entrecasa de Gisela Galimi
No es la gran soledad
son los pequeños vacíos
horas en que la oficina
te fagocita,
exprime.
El tiempo que el niño duerme
su frágil siesta de hilo
y yo administro la rutina
cotidiana y doméstica,
malabarismos de la nada.
No son los grandes dolores
son las pequeñas frustraciones
el diario sin leer
las uñas hace tres días sin pintar
el no poder hacer el dobladillo del vestido de salir
ni necesitarlo.
No sé qué decirte. No hay palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarSobran las palabras. Tus visitas bastan. Gracias por seguir viniendo, Fernando.
ResponderEliminarUn beso.
..son los pequeños vacios...que el cansancio agranda, pero yo cogeré los dobladillos para que tu salgas y no dejar que que el cansancio te arrincone. Un beso muy fuerte
ResponderEliminarEl cansancio, sin duda. Menos mal que te tengo a ti: mi costurera de cabecera. Especialista en todo tipo de rotos. Te quiero, cielo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, eMi. A ver si te gusta o te conviene ésta.
ResponderEliminarMe gusta y me conviene. Y la anterior, también. Gracias, Jaume.
ResponderEliminarMe encanta esta poesía, Emi. Entre otras cosas porque son las palabras de alguien que está a punto de dar el salto al vacío y descubrir que "todo está aquí" y es tan hermoso, que esas pequeñas rutinas cotidianas que llenan su vida están tan llenas de lo que anda buscando...
ResponderEliminarY me encanta ver tanta producción por tu casa, mientras que yo he estado fuera.
He oído tus mensajes y tengo muchas ganas de hablar contigo.
Petons.
Preciosa entrada, Emi.
ResponderEliminarGracias por dejarnos rellenar un poquito algunos de tus vacíos...
Todos tenemos vacíos, pero algunos tenéis la virtud de saber llenarlos con las palabras adecuadas, las más bonitas músicas o las personas más encantadoras.
Un beso doble, o triple
Es muy triste el contenido del poema. Da la sensación de que lo ha escrito alguien a quien la vida ha hecho pedazos y no sabe ni siquiera cómo volver a unir los pedacitos de su vida.
ResponderEliminarAfortunadamente nada de esto tiene que ver contigo: ante una situación complicada, has hecho algo asombroso: en vez de limitarte a recoger los trozos desportillados de tu vida para esforzarte en unirlos como estaban, has sabido reconstruirte a ti misma con esos fragmentos rotos y darte la forma de una magnífica crátera griega, hermosa y sugerente, en la que se mezclan continuamente la belleza de tu mente sabia de mujer interesante con la belleza misteriosa de tu cuerpo estupendo de mujer encantadora.
El resultado es una obra de arte, que algunos tenemos la dicha de admirar casi a diario.
La verdad es que estás preciosa,como aquello que decía el Arcipreste de Hita sobre Doña Endrina:
"con saetas de amor fieres cuando los tus ojos alças".
Un beso de uno de tus miles de enamorados: Fer.
Sí, Marié. A ver cuando me lleno de valor y ¡doy el salto completo! Mis rutinas diarias (inluidas las horas que paso al día en el transporte público) están llenas de interés, el problema es el cansancio que me generan. No me da tiempo a disfrutarlas.
ResponderEliminar¡Llámame cuando puedas! Yo te quiero oír a ti.
Besos mil
Gracias a ti, Martuka de mis entretelas. Contigo no hay vacíos posibles. Es lo que tiene tener el privilegio de disfrutar de tu amistad. Ya sabes lo afortunada que me siento por ello.
ResponderEliminarAins ¡cuánto te quiero!
La vida nos hace pedazos cada dos por tres. Afortunadamente, añadiría yo, porque son oportunidades de renacer. Gracias a la última que tuve, comprendí lo que significa la reencarnación budista.
ResponderEliminarCon una crátera griega sólo tengo en común la fragilidad, pero no tienes ni idea de lo que anima durante los terremotos tener amigos 'enamorados', de ésos que, como tú, nos hacéis creer que merecemos la pena.
Un beso.