En una atmósfera densa, opresiva, se desarrolla una historia creíble. Las emociones se describen de forma tan hiperrealista que cualquiera puede verse en el espejo que nos pone Giodarno ante la cara. No hace falta ser un número primo para empatizar con los protagonistas, Alice y Mattia.
Me interesan, sobre todo, las relaciones paterno -filiales y el mensaje explícito: “Las decisiones se toman en un segundo y se pagan el resto de la vida", especialmente si no se analizan las consecuencias, que es lo que Lisbeth Salander (protagonista de la popular e hipnotizadora Millennium) siempre se plantea ante una dificultad. De ahí que me quede con este personaje radicalmente feminista. Aunque en absoluto comparta sus métodos de hacer justicia, me gustan los luchadores que se niegan a ser víctimas.
La canción es de Damien Rice y se titula Grey Room. Es la que escucha Alice en el último capítulo de la novela.
Sentí alivio al concluirla, pero no me habría gustado perdérmela.
A mi tambien me gustan los luchadores que se niegan a ser victimas, madame. Detesto el victimismo, y prefiero a la gente peleona.
ResponderEliminarQue tenga un estupendo fin de semana.
Bisous
Madame, es usted encantadora.
ResponderEliminarLo leeré.
ResponderEliminarA mi me encanta la gente luchadora, fuerte, por eso me gusta Lisbeth Salander, no la tumba nada ni nadie, aunque todos en algún momento tengamos momentos de debilidad y decaimiento, pero enseguida hay que salir del agujero y mirar para adelante y ser positivos.
ResponderEliminarTumbarla sí que la tumban ¿eh? (pobrecilla). Pero, lo bueno es que ella siempre se levanta.
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