Nada, o casi nada, sabía yo de la existencia de estos seres curiosos. La novela de Sam Savage, El lamento del perezoso, me los descubrió. Su nombre oficial es Bradypus tridactylus (el nombre le viene de sus tres únicos dedos en cada pata), pero son conocidos en algunas partes con el simpático nombre de aí ai. Algunas de sus características me resultaron bastante familiares.
En realidad Andrew Whittaker, a no ser por el grito que emite, no comparte casi nada con este animal ya que Andrew, si no está enfermo por comer salchichas caducadas, es un hombre que no para (aunque, quizás, habría que matizar que es su bolígrafo lo que no para). Por el contrario, el aí ai es tan lento en sus movimientos que le sale moho en la piel. Puede pasar horas y horas colgado con la espalda hacia abajo y quedarse dormido en esa posición. Según la novela, cuando se olvida de seguir agarrado, se mata al caer, pero he leído en la Wikipedia que, tiene tal habilidad para colgarse de los árboles, que puede permanecer agarrado hasta después de muerto.
El caso es que el bicho se pasa el día sin hacer nada de provecho, y eso me recuerda que todavía hay seres que pasamos por la vida así, lentos e infecundos, simplemente viviendo- o sobreviviendo- colgados de nuestros sueños.
A la pereza, de Manuel Bretón de los Herreros
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!
¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar..., ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!
¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo
me arrastra bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto... de per...(eza)
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!
¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar..., ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!
¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo
me arrastra bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto... de per...(eza)
Bonito poema.
ResponderEliminarSólo que a esto no le llamaría yo pereza.
A mi entender, la pereza es tan perezosa que ni se molesta en tomar consciencia.
La pereza ni siente ni padece; no cuenta con energía para eso -le da pereza.
Tomar consciencia del momento y disfrutar -de la cama regalada, de los bostezos, de no ser nadie yendo a ninguna parte*- requiere de una energía que la pereza no está dispuesta a dilapidar.
(* Y si no te convence, te remito a Ayya Khema, "Siendo nadie, yendo a ninguna parte". Ed. Índigo.
Incluso para vivir como un vegetal se requiere mucha energía; mucho más para disfrutar de la vida o vivir una vida con sentido.
Por eso hay que protegerla tanto -la energía, digo).
Que placer dedicar tiempo a perderlo. Que descanso abandonarse en la pereza y convertir a este animal en un icono hiperactivo.
ResponderEliminarDespierto, pensando escuchando el silencio...
En fin, hagamos una campaña en contra del uso peyortivo de la palabra pereza.
Pues sí, la verdad es que a mí siempre me ha gustado como suena:
ResponderEliminarpe - re - za ...
Si decidimos que pe-re-za significa vivir el presente profundamente en la aparente inactividad,
bienvenida sea la pe-re-za.
Intensamente conscientes del instante.
En poltrona dilatada, con un café en la mano o mirando la lluvia caer -da igual la postura.
Hay quien le llama a esto meditar...
Abrazos, Arturo.
Tomo nota del título, Marié (Ayya Khema, "Siendo nadie, yendo a ninguna parte"). Eso de no ser nadie e ir a ninguna parte lo podría haber escrito yo, pero… soy demasiado perezosa.
ResponderEliminar¡¿Sabes que no me había dado cuenta de la belleza de la palabra “pe-re-za”?! Es casi tan bonita como “saudade” y mucho más que “serendipity” – que también me gusta como suena.
Arturo, tras años de sufrir (puede que fuera la tensión baja) y arrastrar mi cuerpo la mitad del día (la otra mitad va solo), he llegado a la conclusión de que me apasiona perder el tiempo y, fíjate tú a qué años, he decidido reivindicar mi derecho a perderlo. Si no fuera por esta pereza, abriría un club ...o un grupo en Facebook.
si es para adorar la PEREZA, no te dejes apoderar por ella hasta que hayas hecho el club.
ResponderEliminarMe temo que ya he caído en sus garras. El consejo llega tarde, María.
ResponderEliminarY... sigo siendo la nota discordante?
ResponderEliminarCreo que no. Presiento que estamos diciendo lo mismo -con diferentes palabras.
"57. Intenta vivir de forma que la energía siempre esté a salvo en tu vida.
58. No le abras la puerta a la pereza.
Dejas que te visite un ratito y acaba instalándose
en tu casa,
robándote el entusiasmo,
la alegría
y la ilusión.
59. La pereza es amiga de la muerte.
Viene por delante de ella, aplanándole el camino.
60. Revisa tu agenda de tanto en tanto.
Despréndete de todo lo que no sea importante
necesario
o urgente.
Y asegúrate de que lo urgente sea importante y necesario.
61. Reduce tus actividades;
ahorra la energía que no sea necesario utilizar
y reducirás el estrés
y el cansancio.
El cansancio y la pereza son unos grandes enemigos de la vida
y la alegría.
62. Reduce tus actividades,
ahorra energía.
Cómo?
No hagas, no digas nada que no aporte
beneficio
a los demás.
(De "Notas para una adolescente")
¡Qué notas tan interesantes! Tengo que hacerme con una copia de todas ellas. ¿Dónde puedo conseguirlas?
ResponderEliminar"Despréndete de todo lo que no sea importante necesario o urgente.
Y asegúrate de que lo urgente sea importante y necesario." Sabios consejos. Muchas gracias, Marié.