Conocemos al protagonista, Andrew Whittaker, a través de sus escritos. Escritos de todo tipo que van desde cartas (en un mundo en el que ya nadie escribe) a listas de la compra (compras que el protagonista nunca realiza ya que apenas sale de su desmantelada casa). Ese ambiente claustrofóbico queda perfectamente recogido en la novela.
Whittaker es uno de esos humanos que, un día cualquiera, fallecen en la más absoluta soledad y, cuando su cadáver es finalmente hallado, no lo reclama nadie. Y es que, pese a ser considerado por algunos comentaristas “un entrañable visionario”, “un Quijote” de nuestros días, yo lo percibo como una pobre alma infeliz, capaz de contar las más inverosímiles mentiras e incapacitado para sentir tristeza ante la muerte de su propia madre. Una madre, todo hay que decirlo, que negaba la existencia de su hijo eliminando cualquier rastro fotográfico de su paso por esta vida.
Sam Savage hace gala de un particular humor negro para que nosotros mismos, sin descripción alguna, nos hagamos la imagen del protagonista y del sórdido vencindario que le rodea. Una mezcla del Gregorio Samsa de Kafka y Mr. Bean, sobreviviendo en una atmósfera cargante y opresiva, en un mundo lleno de desesperación y sinsentido.
Estoy segura de que la versión en inglés añade los matices que complementarían esta historia, aunque, igualmente, merece la pena ser leída. Es pasados unos días cuando empieza una a sacarle de verdad su jugo.
Gracias por este espléndido post. Me lo anotó para leerlo inmediatamente.
ResponderEliminarUn beso y feliz día.
Los tuyos sí que son espléndidos. Con todo lo que te los curras, no sé como tienes tiempo para visitar a los demás. Eres un ejemplo. Muchas gracias por pasar.
ResponderEliminarLa verdad es que la mezcla de Kafka y Mr. Been pues no me lo puedo imaginar, pero si tu lo recomiendas habrá que intentarlo. Lo de en inglés pues podría, pero creo que lo dejaré para dentro de unos ... años, tú como lo ves?
ResponderEliminarEmi, ¡qué alegría saber que ya te lo has leído! Me encanta haber puesto mi granito de arena para iniciarte en Savage.
ResponderEliminarUn personaje atractivo ese Whittaker, quizá porque siempre me interesan los personajes condenados a ser infelices por las circunstancias de la vida. La infelicidad por algo que sabes que nunca vas a poder conseguir es común a todos los seres humanos, sólo nos diferenciamos en la manera en la que cada uno le da respuestas a ese problema.
Por cierto: yo también he empezado con Murakami. Sólo llevo tres capítulos, pero promete. Sospecho también que es una historia en donde el protagonista va huyendo de la infelicidad, pero la narración es muy fluida.
Leer un libro sobre cuyas líneas han pasado tus ojos, leer un libro con las páginas subrayadas o señaladas con las esquinas dobladas por tus manos, es ya toda una delicia; si además es un libro de los que engancha, ¿qué más se puede pedir? Fer.
Uma, todo es cuestión de empeñarse, pero no creo que haya tanta necesidad. Ahora te lo lees y en un par de años, lo relees en inglés, y me cuentas...
ResponderEliminarFer, estoy deseando leerme "Firmin". Estoy segura de que tampoco me decepcionará y convencida de que el protagonista me pondrá menos nerviosa que el inefable Whittaker.
ResponderEliminarA mi también me interesan los seres infelices. Son realmente las personas más enriquecedoras e interesantes cuando consiguen canalizar la infelicidad, hacia la creación, la interpretación, el humor o cualquier otro aspecto positivo. Sin embargo (¡cómo no!), no estoy de acuerdo contigo en que se pueda ser infeliz por las circunstancias de la vida o por no conseguir algo. Creo –y hasta ahora no conozco ningún ejemplo que lo contradiga- que la felicidad es una cualidad de la gente, no depende de sus circunstancias. Es cierto que todo se puede aprender, pero el genio está o no está, como la felicidad.
Yo también estoy leyendo a Murakami. Mi adorada Marta me ha regalado “Tokio blues (Norwegian Woods)” (¡al final me va a encantar que me regalen libros!) así que ya puedo decir que me he vuelto murakamista.
Por cierto, MUCHAS GRACIAS por este regalazo de Savage (libro e iniciación incluidas). Ya está en mi biblioteca con sus esquinas dobladas y sus rayajos.
De acuerdo totalmente contigo Emi que la infelicidad es una actiud personal, o una falta de sustancia quimica en el cerebro, no asociada a lo externo de lo cotidiano, Me encanta tu comentario del libro de Savage y prometo leerlo. Muchas gracias por abrirme tantos caminos. Un beso
ResponderEliminarEmi, María:
ResponderEliminarme parece interesante vuestra opinión sobre la felicidad, y creo que desde luego para conseguirla las actitudes personales son muy importantes. Pero (y de verdad que no me considero una persona pesimista)por muy predispuesto que la naturaleza te haya hecho para encontrar la felicidad, sí creo que hay determinadas circunstancias externas que pueden impedir que uno la alcance. Eso desde luego tampoco implica que tengas que pegarte un tiro.
Esas circustancias externas suelen ser condicionantes sociales, familiares o incluso culturales ajenas a tu persona, pero que pueden impedirte alcanzar lo que deseas.
Quizá para contrarrestar esto sólo se me ocurre la actitud de mi filósofo de cabecera, el viejo Epicuro, que decía que si quieres hacer verdaderamente rico a alguien no le entregues dinero, sino reduce sus deseos.
Realidad y deseo: cuando se oponen, la felicidad es inalcanzable, por muchos genes de felicidad que la naturaleza te haya entregado. Y al final la vida te deja como única salida renunciar al deseo.
"Y yo, que tengo el corazón herido, nunca escarmiento" (Espronceda).
Menos mal que a nuestro alrededor contamos con personas que nos "escuchan atentamente" y que nos ayudan a soportar la infelicidad cuando se nos presenta en el azar de la vida.
Ser felices me temo que es algo que no siempre está en nuestras manos, aunque os doy la razón en que luego hay una predisposición que le inclina a uno a ser feliz o no más allá de esas circunstancias (de hecho ante circunstancias parecidas unas personas son felices y otras no).
Fer.
Te agradezco el comentario, María, pero la desbrozadora del territorio eres tú.
ResponderEliminarEfectivamente, Fer, ser felices no está en nuestras manos. Esa es nuestra tesis. Se trata de algo que nos viene dado, por eso no está asociada a la consecución de los deseos. El que no sabe ser feliz después de lograr algo necesita otra cosa diferente. En realidad, eso nos pasa a todos. El deseo es siempre inabarcable. Lo que importa es cómo gestionamos la frustración.
ResponderEliminarPor otra parte, ¿qué es la felicidad? Seguramente hablamos de cosas diferentes, como hablamos de cosas diferentes al definir la amistad o el amor.