En el siglo XIX Stonehenge se convirtió en una obsesión para todo tipo de artistas. Estas enigmáticas ruinas fueron estudiadas e inspiraron a un gran número de escritores y todo tipo de artistas.
Entre las obras literarias en las que aparece Stonehege, quizás el texto más famoso es el de Thomas Hardy, cuando, al final de Tess of the D'Ubervilles (1891) se describe el lugar al que llegan por casualidad los protagonistas, Angel and Tess, en su huida.
Edgar Allan Poe escribió, Stonehenge, la danza del gigante, fiel reflejo de lo que puede verse aún hoy:
El apilamiento denominado Stonehenge es un conjunto de piedras verticales y horizontales en la planicie de Salisbury, en Inglaterra, al que se considera vestigio de un antiguo templo druídico. Dada su singularidad, y considerando el misterio de su origen y localización, ha despertado más sorpresa y curiosidad que cualquier otra reliquia antigua de la Gran Bretaña.
Se encuentra situada cerca de dos millas justo al oeste de Amesbury, y a siete al norte de Salisbury, en Wiltshire. Cuando se le ve a distancia, parece un objeto pequeño e insignificante, pues su volumen y su perfil se pierden en el extenso espacio que lo rodea; incluso cuando se le examina más cercanamente, no logra llenar las expectativas de quien lo visita con exagerada predisposición. Para apreciar esta maravilla británica debe vérsele con la mirada del artista y contemplársele con un intelecto provisto del conocimiento histórico y arqueológico.
Stonehenge, a pesar de lo mucho que se ha dicho en sentido contrario, es completamente distinto a cualquier otro monumento de los que hoy quedan en Europa. Muchas de sus piedras han sido cortadas en escuadra o talladas como por arte; y encima del círculo externo se han colocado series continuas de bloques cuadrangulares que se superponen a los bloques verticales y dejan ver hendiduras y dentelladas, o cavidades regulares en los bloques transversales, que proyectan rasgos sobre los perpendiculares. Casi todos los demás ejemplos de círculos druídicos están hechos de piedras en bruto no talladas, y no están encimadas.
Nuestro grabado representa la actual apariencia de Stonehenge -un confuso montón de piedras enhiestas y caídas. Su disposición original, sin embargo, puede ser rápidamente captada. Por la situación y la condición de las que aún están en pie, y por los elementos que yacen caídos, estamos en posibilidad de juzgar el número y el sitio de las que han sido removidas.
El conjunto consiste en dos hileras circulares y otras dos filas o líneas curvas de piedras, cuyas formaciones y posiciones pueden inferirse fácilmente. Las piedras transversales o superpuestas yacen alrededor en un orden continuo del círculo exterior, y cinco bloques similares están encima de otros diez de la tercera hilera. El conjunto está rodeado por una acequia y un montículo de tierra, comunicados por otras tres piedras. El promontorio no excede los quince pies de altura y está en el exterior de la acequia. Esta línea circular parece tener una afilada entrada por el lado noreste, que está claramente señalada por sendos bancos y acequias, y ha sido denominada La Avenida. Al aproximarse a Stonehenge por esta dirección, nos topamos primeramente con una inmensa piedra sin labrar llamada El talón del fraile, que ahora se encuentra inclinada y mide aproximadamente diez y seis pies de altura. Justo al empezar el promontorio yace otra piedra en el suelo, mide veintiún pies y dos pulgadas de largo, y se localiza a unos cien pies de la piedra antes mencionada, a la misma distancia hacia afuera del círculo extremo. Cada megalito superpuesto en este círculo presenta dos hendiduras visibles correspondientes a dos bordes en la parte superior de cada bloque vertical. Las superpuestas se juntan así para formar una serie continua de arquitrabes. Las piedras del círculo interno son mucho más pequeñas e irregulares que las del externo. Dentro de estos dos círculos hay dos hileras internas de piedras, una de las cuales constituye la porción más grande de Stonehenge. Cada fila está integrada por cinco diferentes trilitos -un trilito consiste en una piedra transversal encima de dos verticales. El desarrollo aquí parece ser el mejor. La fila interior llama inmediatamente la atención y está integrada por diecinueve piedras verticales sin ninguna sobrepuesta transversalmente, e inclinadas todas de manera piramidal. La más perfecta de ellas mide siete pies y medio de altura. La Piedra del Altar, como normalmente se le llama, yace al ras de la tierra y serviría como tal en el templo. El número total de piedras del que se componía Stonehenge era, según el plano y los cálculos del Dr. Smith, de ciento veintinueve. Algunas de éstas eran de arenisca compacta y otras de arcilla fina, entremezcladas con arena negra, feldespato, cuarzo, clorita, algo de esquisto de silicio o esquisto de argilácea, y algo del llamado cuerno rocoso. La Piedra del Altar es de caliza gris.
Respecto de la historia de estos extraordinarios monumentos existen pocos antecedentes confiables. El recuento más antiguo lo consigna Nenio, quien vivió en el siglo octavo y afirmaba que los megalitos fueron erigidos por los bretones para rememorar una masacre que tuvo lugar en ese punto. Las Tríadas Históricas de Gales refieren su origen a la misma causa. Camden llama demencial a la estructura, pero no dice nada para avalar su observación. Los autores modernos han sido profusos en la especulación, pero nada más. La opinión general parece estar a favor de un templo druídico. El reverendo James Ingram supone que ha sido un cementerio pagano. Los comentarios de Borlase señalan que el trabajo de Stonehenge debe de haber sido producto de una nación grande y poderosa, y no de una comunidad limitada de sacerdotes. La grandeza del diseño, la lejanía de los materiales, la prolijidad con la que necesariamente debieron asistir tales empresas, todo demuestra que una construcción como ésa era fruto de la paz y la religión. Bryant, cuya autoridad consideramos superior a cualquiera, desacreditó por completo la teoría druídica.
Pueden permitírsenos concluir este breve artículo con un extracto del historiador griego Diódoro Sículo, y dejamos la aplicación del pasaje al criterio o la imaginación de nuestros lectores:
Entre los autores de la antigüedad, Hecateo y algunos otros relatan que hay una isla en el océano, frente al Redaño Céltico, cuya dimensión no es inferior en tamaño a Sicilia, que queda hacia el norte y fue habitada por hiperbóreos, que son llamados así porque viven más allá del viento del norte. La tierra es excelente y fecunda, y la cosecha se recoge dos veces al año. La tradición dice que Latona nació aquí y, por consiguiente, Apolo fue adorado antes que cualquier otra deidad. A él también está dedicado un templo de forma circular.
Las supersticiones antiguas acreditaban a los gigantes la construcción de Stonehenge, bajo la creencia de que apilamientos como esos sólo podían ser removidos por el poder de un gigante -de allí el nombre de Choir-gaur, que literalmente quiere decir La Danza del Gigante.
El número completo de piedras ahora visible es de ciento nueve.
Traducción de José Antonio Hernández García
Qué interesante todo lo que cuentas, siempre se aprenden cosas pasando por aquí.
ResponderEliminar¿Sabe alguien a que se dedica Aquí estoy yo?
Me alegra que te guste, Maripili. La verdad es que es un monumento increíble. No me extraña que haya inspirado a tanta gente.
ResponderEliminarPor cierto, Maripili, soy maestra de escuela y disfruto siéndolo ¿se me nota?
ResponderEliminarDesconocía la cita de Diodoro Sículo, que a su vez utiliza como fuente a Hecateo de Mileto, el logógrafo más fiable de la antigüedad: aunque Inglaterra les pillaba un poco lejos a los griegos, tenían de ella ciertas noticias que adaptaron a sus mitos. ¿Es ésta una referencia al círculo de Stonehenge? Es sugerente pensar que sí. De lo que no cabe duda es que este monumento único y sensacional es muy anterior al druidismo, esa cultura celta coetánea de los romanos...Stonehenge es de la época de las Grandes Pirámides de Egipto, una época en la que los indoeuropeos celtas aún no estaban en Europa, y menos en inglaterra. Pero esto no resta interés al tema: ¿qué cultura en el neolítico europeo fue capaz de construir un monumento tan formidable que 5000 años después nos causa admiración? Mucho me temo que nunca lo sabremos, pues la escritura sólo era conocida en esta época en el Valle del Nilo y en Mesopotamia, lugares muy alejados de la isla de Inglaterra. Así que nos tendremos que conformar con la imaginación que queramos echarle al asunto (hay quien dice incluso que fue obra de extraterrestres!).
ResponderEliminarEmi, perdona mi reflexión,quizá demasiado pedante, pero es que con estos temas sabes que me "pico".
Fer.
Jajaja, Fer. No sólo no me parece pedante, sino que me encanta. En realidad, pensé en acortar este texto de Poe (es tan largo que podría resultar un tanto aburrido al común de los mortales), pero me acordé de que tú no eres común y sospeché que te gustaría. Y, -¡cómo no!- a tu terreno lo has llevado. Te da igual la procedencia del documento, la obra o el edificio, siempre te las apañas para conectarlo todo con la cultura clásica.
ResponderEliminarAsí que te habría gustado que Stonehenge fuera otro templo a Apolo ¿eh? No seré yo quien te quite la ilusión. Lo que es cierto es que la teoría de los druidas está casi descartada (por lo visto utilizaban planicies abiertas, sin templos, para sus ceremonias) y la de los extraterrestres,... en fin... Por lo demás, tengo la impresión de que lo único que se sabe de cierto son las dataciones por carbono 14.